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El Blog de Noé Vázquez

martes, 12 de octubre de 2010

¿Por qué Kafka?

Por: Noé V.M.

Considero que Kafka, desde ese microcosmos y caldo de cultivo de ideas por venir que fue Viena y Praga ya nos estaba postfigurando. Se adelantaba a nuestra angustia, a nuestra incomunicación y a ese sentimiento de absurdo que pueden crear las burocracias estatales. Lo podemos ubicar geográfica e intelectualmente en la Viena del Imperio Perdido tal vez escuchando fragmentos de ideas escapadas de alguna conversación, quizá distinguiendo en el clima intelectual europeo la espera de Hitler. ¿Qué pudo ver o escuchar Kafka en la Viena de Karl Kraus, Elias Canetti, Ana Harendt, Sigmund Freud, Joseph Roth, Hermann Broch, Robert Musil? Un libro como Der Zargberberg de Thomas Mann abundaba en una visión apocalíptica que la época por venir habría de confirmar. Los cafés de Viena y sus interminables charlas ya intuían los gobiernos totalitarios. Kafka habría de tomar su posición frente a la realidad violentando el lenguaje alemán hasta sus últimas consecuencias.

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Para Harold Bloom, vivimos una edad caótica de la literatura. Esta edad comienza a principios del siglo XX. Ya están aquí Proust, Kafka, Joyce y Faulkner. Kafka se destruye como individuo, se reduce a sí mismo, se empequeñece. La escritura no tiene ninguna función social de comunicación de verdades importantes, ya no es le medio principal e indispensable de la propagación de las ideas que aceleraron cambios sustanciales a partir del siglo XV. La narrativa es un medio de propagación de verdades que obedecen a una forma poética más que a la narración de una historia, qué es Proust sino el desglose no de una narración sino de un momento en particular en el perspectivismo subjetivo del Narrador. Qué es Joyce sino la exploración, destrucción y reinvención de un lenguaje como personaje del texto, o un texto como fin en sí mismo. Qué es Kakfa sino el empequeñecimiento subjetivo frente a las circunstancias, la humillación del yo frente a lo imprevisible, la incomprensión del entorno, la ausencia de verdades concretas, de coordenadas para ubicar un espíritu siempre a la deriva de lo inasible. La literatura reconoce un Misterio supremo reconocido por cada ser en lo particular, el gobierno de una forma de azar de cuya lotería siniestra nadie puede escaparse. Lo inefable gobierna el mundo kakfiano, el ogro en forma de Estado policiaco, de organización secreta. Kafka prefigura las purgas estalinistas y el holocausto nazi, la burocracia interminable y eternizada, los gobiernos totalitarios, la estupidez que supone la cancelación de toda iniciativa individual. El individuo kafkiano se ha empequeñecido frente a las formas inefables del mundo y nos señala con su incertidumbre el sitio inmenso e incesante donde se da cita toda forma de incomprensión y de soledad. Cada hombre, se dice, está sólo frente al Universo, pero nunca más solo que en esos mundos de Kafka quien pudo haber heredado ese sentimiento de soledad como una tradición o atavismo de los judíos. Un sentimiento de abandono frente a un Dios que los dejó morir de hambre en el guetto como los perros de Constantinopla qué una y otra vez no los rescató de los progroms constantes o de la expulsión de los países donde habían logrado medrar. En Kafka está el precarismo del judío eterno quien también, en su soledad le levanta un proceso constante a su propio dios. Ese dios que nos olvida siempre en un país extraño hasta el fin de los tiempos y hasta siempre. El Estado megalómano y macrocefálico es el señor del Castillo, impasible como esfinge y sordo ante cualquier dolor. En este mundo distinguimos leyes no escritas, vagas, no expresadas y mudables. Notamos una voluntad impenetrable y siempre impersonal. Si algo gobierna la sordidez y el absurdo de la vida kafkiana es imposible conocerlo o predecirlo. Lo indestructible de cada individuo es la esperanza, este individuo no acepta la derrota y combate, no se deja seducir por el cinismo y es fiel a sí mismo, combate aún cuando no hay un motivo concreto para hacerlo. Este individuo empequeñecido se concibe a sí mismo desesperado, solitario y hambriento. La soledad trae aparejada la incomunicación. Hay un mutismo expresado por los señores del castillo que se refleja en esos edificios públicos de construcción maximalista como bestias gigantes destinadas a mostrarnos qué tan pequeños somos. Carentes de vida, intimidantes, se parecen a esas construcciones absurdas que aparecen en el cuento de Borges, El inmortal. Lo terrible de una construcción así es que es una creación humana. Nos dicen que algo se nos quedó en el camino mientras perseguíamos sueños de progreso. Goya diría que el sueño de la razón engendra monstruos y mientras caminamos por los pasillos de esas construcciones grises y frías (hospitales u oficinas de gobierno) y hacia nuestro interior (morada interior que nos recuerda que nuestra soledad y miedo es lo único que cuenta), somos en ese momento Josef K., Gregorio Samsa, K. Cualquier alter ego o trasunto de esa conciencia personal y luego universal que (centrípetamente) se sabe insignificante ante un mundo que no comprende. Kafka no se equivocaba, nadie puede equivocarse si habla desde su centro, su monada interior donde todo lenguaje exterior es ruido y cada acción, código y estructura obedecen a un designio misterioso o ajeno que es obra de una maquinación en la oscuridad y de un azar perverso. Imposible saber de qué se nos juzga, si alguien nos juzga, si seremos juzgados o si el juez que lleva nuestro proceso mostrará alguna vez un rostro que lo haga humano. Imposible saber si en la sucesión de nuestros actos hemos violentado una ley desconocida o no escrita. Si el mundo es gobernado por una autoridad sin rostro entonces todo puede esperarse, incluso el olvido hacia nuestra persona, los viajes en tren hacia los campos de concentración, la destrucción del guetto, el asesinato de nuestra familia…todo empieza con el ruido de un elevador o unos misteriosos toques a la nuestra puerta que prefiguran un par de agentes que viene por nosotros. Imposible saber si en la sucesión de nuestros actos hemos infringido una ley no escrita o no conocida. Si al mundo lo gobierna una autoridad siniestra debemos esperarlo todo: la marcha en trenes hacia Auschwitz, el Holocausto.

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La conciencia universal del hombre de principios del siglo XX se vio alterada por los gobiernos totalitarios pero Kafka, al percibir los cambios originados en este siglo sin quererlo se remonta hacia ese sentimiento judío de soledad e incomunicación. El personaje kafkiano no se rinde y justifica el comportamiento de su entorno de manera estoica, atribuye causas lógicas al silencio que lo rodea. Josef K. atribuye bondad al señor del Castillo y Gregorio Samsa a pesar de su condición de insecto gigante persiste en las preocupaciones sobre su familia o la economía del hogar. Los monstruos son otros. La circunstancia es un insecto egoísta que no habrá de perdonarnos el pecado de haber nacido. Al mundo Kafkiano no lo habita ni Dios ni la lógica racional que vuelve comprensible y justificable cada acto, le da una explicación coherente a la realidad. No hay una entidad deus ex machina que resuelva los conflictos y restablezca ora la piedad, la misericordia ora la lógica. El mundo kafkiano es el de un hombre que visualiza obsesivamente la existencia de un Canaán personal pero que no entiende por qué se le ha arrebatado incluso la esperanza de alcanzarlo. Se vive el aquí y el ahora sin escapatoria, sólo hay que esperar. El sufrimiento del personaje kafkiano inicia con la discrepancia con el mundo exterior dueño de una lógica absurda, inhumana, desconocida. Lo misterioso y lo inefable describen esta lógica: aplazamientos incesantes, silencio ante preguntas concretas, falta de explicaciones satisfactorias, situaciones entre absurdas y ridículos, imposible distinguir una manera de romper ese esquema donde no existe un gobierno que pueda resolver nuestra situación. Los estados represivos y totalitarios son los regímenes kafkianos por excelencia: sometieron a sus habitantes procesos incomprensibles, asesinatos, manipulación, explotación, detenciones, interrogaciones, procesos burocráticos, la idea era reducir la individualidad de una persona a la categoría de hormiga, de un insecto kakfiano aversivo por una individualidad que era mal vista por la colectividad. Particularmente en la época de Stalin en la Unión Soviética el gobierno fue kafkianamente sordo. El personaje kafkiano no puede distinguir símbolos que le den coherencia a su sentido de existencia: un símbolo puede ser una confirmación, un norte, una serie de coordenadas que forman un anclaje en el que es posible la seguridad.

El ámbito kafkiano existe porque también existe la necesidad de explicar las circunstancias, los procesos de pensamiento que nos acercan a la realidad, a la naturaleza de los fenómenos que nos rodean. ¿Cuál es la naturaleza del señor del Castillo? ¿Qué busca?¿Cuáles son sus motivaciones? O bien, ¿Cuál es el delito de Josef K? Si hay quién cree que Shakespeare postfiguraba las teorías de Freud podemos esperar que Kafka fuera un vidente que prefiguraba el caos de la desinformación y el engaño estatal, la manipulación mediática, la falta de certezas jurídicas. Al final Kafka se convirtió en el más actual de los escritores.

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miércoles, 12 de mayo de 2010

Una semblanza de Jorge Luis Borges






Borges. Todo hombre es el centro de un Universo


Por: Noé Vázquez.

Fue su imaginación feliz, libre de todo compromiso la que nos entregó esas páginas de prosa deslumbrante. Con una escritura depurada, una economía del lenguaje, eficiente y libre de afectaciones Jorge Luis Borges abordó temas que quizá hubieran desanimado a otros. Existe en la obra borgeana la invocación y el rescate de los hitos más notorios de la cultura: Grecia, los presocráticos, Platón, la historia del cristianismo, Roma, la filosofía árabe, la tradición judía, la historia de las literaturas germánicas, la poesía del Siglo de Oro en España, el Renacimiento, la Edad Media, Shakespeare, Cervantes, Las Mil y una Noches, la literatura inglesa, las sagas germánicas. Todos estos rumbos se vuelven recurrentes en distintos relatos como En busca de Averroes, La lotería de Babilonia, La Biblioteca de Babel, Pierre Menard, autor del Quijote, El inmortal, El Aleph, La muerte y la brújula. Borges nos enseñó (o mejor dicho, nos hizo recordar) que cada hombre es todos los hombres, que cada ser es su propio centro en el Universo, que no hay nada nuevo bajo el sol y que cada novedad no es nada más que un puntual y acertado olvido (como quería Francis Bacon). Retomó la doctrina que todo evento no es más que una repetición, versión o perversión (como esboza en Biografía de Tadeo Isidoro Cruz o El jardín de los senderos que se bifurcan.). Sus temas eran variados y recurrentes: Dios, el infinito, las bibliotecas legendarias, la muerte, los laberintos, la eternidad, la teología, las doctrinas filosóficas, los misterios del universo, los tigres (que le apasionaron desde su niñez). Él decía que toda su obra era una recapitulación o una incesante recuperación de esos temas apenas esbozados en la poesía de su juventud, una manera de revisitar las obsesiones que permanecían en el tintero. En el interlineado de la obra borgeana siempre se adivina la presencia de algo insondable, inabarcable (Dios, el infinito, la eternidad, la muerte). Quién no recuerda esta frase: “algo que no me atrevería a llamar azar rige estas cosas”. En sus cuentos, su erudición jamás ocultaba sus fuentes, incluso las presumía. Su obra se nutre de la misma literatura, la cual difunde y le hace recobrar actualidad. Puede haber muchos temas en la obra borgeana, lo que es un hecho es que el gran tema de su obra es la misma literatura y la experiencia de Borges como lector quien siempre se enorgullecía de ser un gran lector más que un gran escritor.

No hay autor que me parezca más universal que Borges, desde su condición de escritor latinoamericano podía manifestar una cultura cosmopolita sin que su circunstancia de porteño, de argentino pudiera limitarlo y podía ser un argentino sin que su cosmopolitismo nos pareciera una señal de afectación, de pose. Sus alcances son mayores, su prosa, en una etapa madura, mucho menos alambicada y adinerada que en su juventud, parece situar cada adjetivo en su mejor oportunidad, en su mejor momento y hacer que cada frase parezca aligerada y al mismo tiempo eficaz. Dando uso a una economía del lenguaje y poder de síntesis, una prosa depurada que parecía vertida (según algunos) de la literatura inglesa. Otros muchos pudieron (o quisieron) ver gestos de caballerosidad en su pluma dada una ausencia notoria de apasionamientos y de exabruptos, de muchas señales de modestia con su condición de escritor insólito y notorio. Hay en Borges una forma de honestidad que lo ponía a salvo de la autocomplacencia. Los temas borgeanos y sus obsesiones forman una literatura que es subproducto de la misma historia de la literatura, su sustento son las noches y tardes ociosas del lector de todos los tiempos. El tema de la obra borgeana es también el de la historia de la lectura. Desde Homero hasta el mismo Borges, el lector fascinado también aparece en las paginas borgeanas, Borges lector también es un personaje de sus cuentos. Con frecuencia lo vemos mostrándose deudor ya sea de una cita o frase, de un espejo, de un dicho de Bioy Casares o Macedonio Fernández, de un sueño, de una lectura de su niñez, del tema propuesto por alguien más, de un manuscrito perdido y encontrado en alguna obra notoria, de alguna enciclopedia apócrifa. Confiesa haber fatigado enciclopedias, atlas, compendios, toda clase de obras. El Borges lector inspiró un personaje del libro de Umberto Eco El nombre de la rosa, este personaje, Jorge, era un monje ciego que había leído miles de libros. El culto a Borges estaba en su apogeo en la fecha en que apareció la novela.

Podemos considerar toda la obra borgeana como una especie cuadro sinóptico con forma de espina dorsal desde donde podemos desviarnos lateralmente para conocer las múltiples lecturas que la engendran. Así, basta una referencia, por ejemplo, a William Blake o Thomas Browne para ir en busca de tales obras. Así la obra de Borges engendra su tipo de lector particular. El lector de Borges buscará las obras filosóficas, la literatura inglesa, la Biblia, el Cábala, Las mil y una noches, las sagas germánicas o la épica gauchesca; concibo la obra borgeana como un sistema de lectura o un sistema de coordenadas para llegar a otros territorios literarios.

Borges fue el peregrino ciego que vagó por muchas universidades del mundo dando conferencias o viajando por varios países recibiendo distinciones de monarcas y jefes de estado. Se convirtió con el paso de los años en la personificación del culto al libro como fetiche, como ideal. Imposible no a asociar a Borges con una biblioteca. Según Ricardo Piglia en El úlitmo lector Borges inventó al lector como héroe a partir del espacio que se abre entre la letra y la vida. Borges es el personaje lector. Los cuentos borgianos hablan de Borges leyendo.

También es cierto que no le bastaban los libros escritos, existentes. Era necesario el libro imaginario, la creencia romántica de su existencia. Así, Tlön es el texto perdido y por lo tanto, digno de ser encontrado. El texto perdido y encontrado tiene relación con la imaginería romántica del lector. Así como la imaginación romántica del personaje quijotesco llámese Alonso Quijano, Mme. Bovary o Ana Karénina, los lleva a vivir lo que han leído, el lector en estado puro busca el texto por el texto mismo, olvidándose de su propia vida, como si el libro este tuviera un valor intrínseco capaz de otorgar placer estético: puede ser el bibliófilo que valora el manuscrito raro, la edición prima, las cartas apócrifas, la edición legendaria, el incunable. La historia universal de la destrucción de los libros engendra la saga de la búsqueda del manuscrito perdido, del libro raro. El lector puro sentirá fascinación por las obras no escritas de Venerabilis Beda, las obras perdidas de Aristóteles, las tragedias destruidas de Sófocles en la biblioteca de Alejandría. Siempre el libro inexistente, deseado por su rareza, por su no existencia.

Pero este movimiento hacía dentro del libro contradice el espíritu romántico tradicional que busca los campos abiertos, se regodea de su inadaptación social, añora los paraísos perdidos, elogia la rebelión, evoca las Arcadias y se reencuentra con la naturaleza. Se busca el libro como un sitio seguro y burgués (allá aquellos que decidan vivir lo que leen en los libros), el libro es el amigo incapaz de traicionarnos, la biblioteca es la oscura cueva kafkiana o la torre de marfil de Montaigne o Goethe, las madrugadas silenciosas de Proust. La lectura es el Santo Grial fuera del tiempo y de las exigencias materiales. Nuevamente, de acuerdo con Piglia, el lector es un monje en busca de la sabiduría, de una verdad que sólo se encuentra en los libros.

Así, el libro podrá concebirse como ruidosa soledad, camino y guía a un tiempo, excusa para el insomnio, mapa de otros libros, cápsula del tiempo, amante clandestino, sitio de encuentros, cómplice de dudas y certezas, depositario de existencias pasadas, bosque de palabras, instrumento del retorno, geografía donde ubicamos voces perpetuas… Desde la invención de la imprenta y su posterior desarrollo a partir del siglo XV, la lectura inicia un proceso que la convertirá en un fenómeno de masas. Desde que ser humano nace como lector a partir de la invención de la escritura, tiempo de vida no sólo es el tiempo de sobrevivir precariamente, también es el tiempo de acceder a mundos más allá de lo formal. La lectura es una forma de celebrar el espíritu y la memoria de la Humanidad. La muerte es la gran analfabeta, la separadora del hombre de su biblioteca. La biblioteca es la nave que nos permite atravesar incólume, intacto, la dictadura del tiempo. Toda forma de cultura escrita es un ejercicio de mnemotecnia, una manera de no olvidar lo que somos.

Siempre hay otro libro, el libro posible, el libro que hubiera sido y que no fue escrito. Si para algunos no hay peor libro que el que no se escribe, para Borges, el único libro verdadero es aquel que no fue posible emprender. Hubo libros que no escribió Macedonio Fernández o el mismo Borges, hay quien dijo que, por ejemplo, Los detectives salvajes es el libro que hubiera deseado Borges escribir, yo pienso que es El péndulo de Foucault el libro posible de Borges pero también creo que el libro posible es una especulación vana, un tanto ociosa (y tal vez por eso, digna de asociarse con la literatura). Para Piglia, la subjetividad del lector en su soledad ruidosa se vuelve la protagonista. El lector es el héroe de las batallas y los continentes literarios, lo es como un Robinson Crusoe quien, con una Biblia en la mano logra vencer su desasosiego y su locura. El lector héroe logra transplantar su la civilización a cualquier lugar; Alonso Quijano es un héroe romántico, lector que emprende una epopeya; o El Salvaje de la novela de Huxley Brave New World quien es el héroe trágico y shakespereano.

Pero especular una novela de Borges es suponer a un Borges novelista, lo cual es impensable, pero, ya que él creó la figura de un Pierre Menard reescribiendo El Quijote podemos tomarnos la libertad de imaginarlo a él escribiendo tal novela. Novelar es crear un cosmos que lo incluye todo: la tiendita de las esquina, el perro sarnoso en el pórtico y el borracho durmiendo la mona en la banqueta; el cuento es una operación de supresión del detalle a través de generalizaciones: un bosque de utilería y siempre reciclable para otras historias que siempre es "el bosque" como idea general y no como particularidad, una "hada madrina" que como actriz de segunda, siempre se repite en una escena u otra; una "oveja negra" como símbolo de la particularidad y unicidad que hay en todo. Un rey es todos lo reyes. Al hablar de una rosa abarcamos todas la rosas del mundo. Siempre el símbolo, la alegoría, la noción generalizante. Para qué crear un mundo con sus detalles si podemos, con un nombre cualquiera y dar una idea sobre él. Ahí está la esencia del cuento.

En la novela corta de Vladimir Nábokov descrita como endemoniadamente ingeniosa, La verdadera vida de Sebastian Knight el autor juega con la idea de que cualquier persona puede ser Sebastian Knight, él autor mismo, el lector, el narrador, quien al final llega a la conclusión de que él Sebastian Knight. Cualquier persona puede llegar a ser otra con sólo poner atención en las ondulaciones de las almas….Esta idea de transmigraciones también está en Joyce quien hace que Odiseo recorra las calles de Dublín como Stephen Dedalus.

Cualquiera puede ser Sebastian Knight: duplicidad y ubicuidad en el ajedrez de los roles literarios. El knight o caballero del ajedrez es la única pieza que puede saltar sobre otra y dar la apariencia de estar en dos lugares al mismo tiempo. En la novela de Nábokov se es Sebastian Knight como una forma de empatía, de transmigración. Ser uno mismo es también ser otro. Para Borges "somos el pasado, somos nuestra sangre, somos la gente que hemos visto morir, somos los libros que nos han mejorado, somos gratamente los otros". En la obra borgeana se es un ser humano como generalidad, paradigma o prototipo, modelo para armar e intercambiar, patrón de muestra sobre quien se puede integrar una personalidad, cimiento desde donde se construye un carácter. Carlos Fuentes en Terra Nostra utiliza un proceso semejante de amalgamamiento y transmigración donde cada personaje es una especie de ejemplar engarzado en un relato (por momentos sólo se puede concebir al personaje a través de su relato), una especie de arquetipo o modelo. En este esquema de consolidación varios reyes españoles pueden ser uno solo; varios pintores barrocos se sintetizan en un solo personaje. Otro ejemplo es el de Virginia Woolf quien en Orlando pudo crea un personaje que empieza a vivir como hombre en la época victoriana y en un lapso de cuatrocientos años se transforma en mujer. Para qué crear personajes masculinos y femeninos para una historia que abarca cuatrocientos años, basta uno solo: hombre y mujer sucesivamente.

Si la novela construye una especie de imago mundi a partir de las palabras, el cuento es el medio a una sabiduría espontánea. El poder de condensación o amalgamamiento del cuento nos lleva un estado de iluminación súbita. Si la novela es el viaje lleno de sinuosidades (el espejo que se pasea por el sendero, según Stendhal), el cuento es atajo, la captura instantánea de alguna verdad furtiva o inasible, el encuentro rápido con esa verdad que muchas veces es una revelación íntima para cada lector, en este sentido se parece mucho al verso. En el cuento borgeano predomina una suerte de afán o intención discursiva que propone cierto convencimiento al lector: sus cuentos abordan la discusión, la enunciación, el corolario, el teorema, la refutación, la dialéctica, el discurso filosófico; en cada cuento se plantea la existencia de un pequeño universo, el cuento sabe articular una forma de conocimiento esotérico que no siempre puede ser falso. Decir que no se tienen suficientes lecturas para entender a Borges es una excusa poco convincente, se pueden seguir las tramas de los cuentos borgeanos aun siendo un profano, basta poner atención.

Hay en Borges una celebración rigurosa (aunque suene antagónico) y recurrente de los paradigmas de la cultura universal y de la historia del pensamiento. Una exaltación de la imaginación de todos los tiempos, cada hombre que alguna vez ha imaginado desde el origen del hombre, está contemplado en la obra borgeana, no de forma enunciativa, desde luego, sino de manera sucinta, implícita en alguna frase, basta enunciar la idea de alguien que lee, crea, o imagina, o alguien que es leído, creado o imaginado, bastan unas cuantas líneas para exponer la imagen de un mundo, basta un resumen o un comentario para la dar la idea de que un libro existe o ha existido (procedimiento que pudo haber tomado de Carlyle en el Sartor Resartus).

En la sucesión de temas borgeanos se da cita en sus obras primeras el rescate de un criollismo que lo ponía en contacto con la mitología cuchillera del barrio, las historias del hampa lunfarda y del arrabal porteño, los lances entre compadritos, los ánimos exaltados al calor de unas cañas, el slang del barrio. Otro Borges retomará temas históricos que piensa que le conciernen: gestas heroicas de sus antepasados, el eterno conflicto entre civilización y barbarie que se dio en Argentina en su proceso de conquista. Abordará la trama policiaca y la metafísica. En cada cuento y en cada poema utilizará el cuestionamiento y la indagación siempre señalando la existencia de un misterio que no nos es posible dilucidar. La literatura de Borges resalta las preocupaciones filosóficas de siempre a través de historias que muchas veces son tramas policiacas como es el caso de La muerte y la brújula donde la resolución de un misterioso nos puede conducir a la muerte y todo ejercicio de vida también es parte de un juego que se repite sin cesar dando variaciones a los eventos. Todo ha sido, sólo basta recordarlo; todo puede repetirse aunque no con los mismos roles de los personajes. En el mundo borgeano basta un escritor: Homero, William Shakespeare, Cervantes…todos comparten el mismo arquetipo platónico, todos son uno y basta una sola personalidad de escritor que se va moldeando a través de varias generaciones tal y como se menciona en El inmortal cuyo protagonista es el mismo autor de La Odisea. En Pierre Menard, autor del Quijote, un escritor de segunda fila decide volver a escribir El Quijote letra por letra como si él fuera Cervantes, no estamos hablando de una nueva versión del Quijote sino de la mismísima obra vuelta a escribir de forma idéntica. Tal procedimiento linda con el absurdo y la locura, Borges justifica a su personaje Pierre Menard diciendo que su labor es “el término final de una demostración teológica y metafísica –el mundo eterno, Dios, la causalidad, las formas universales…” Podemos notar en el cuento cierta ironía, cierta sorna ante los ejercicios intelectuales que, después de todo, terminan siendo meros capítulos de la historia de la filosofía.

Otros cuentos buscan una correspondencia con la teoría de la armonía preestablecida de Leibniz como es el caso de Tema del traidor y del héroe o Deutsches Requiem donde los personajes se conciben como meros actores de un drama preestablecido por un oscuro demiurgo. No sabemos si Borges escribía con una mazo de barajas en la mano pero la función del las artes combinatorias, el azar, la suerte, las loterías parecen tener una importancia capital en algunos cuentos. Puedo referir La biblioteca de Babel donde todo libro no es más que el resultado azarosas combinaciones que nos llevan a concebir todo, absolutamente todo lo que es dable a decir en palabras basta dejarlo todo a la casualidad y la coincidencia, o bien, La lotería de Babilonia donde todo destino, personal o universal está regido por un sorteo llevado a cabo por funcionarios secretos y clandestinos. Si para Piglia el sistema borgeano de lectura consistía en leerlo todo como ficción y al mismo tiempo creer en el poder de esa lectura entonces podemos concebir a Borges como una especia de cabalista quien le dio poder a la palabra como un mecanismo creador, una suerte de treno que invocaría la vida, su repercusión buscará ir más allá de la página escrita.

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sábado, 8 de mayo de 2010













Lindbergh y Lindbergh




Por: Noé Vázquez.




Charles A. Lindbergh fue un héroe de la aviación, luego villano por sus ideas racistas y al final de su vida nuevamene héroe como aviador civil. Nuestro afán de ficcionar sin duda "sabe" de otras cosas.


En la novela de Philiph Roth La conjura contra America observamos un virtualización de la Historia: el poder en los Estados Unidos ha sido tomado por la ultraderecha tradicional representada por sectores republicanos y por lo que ellos llaman la America Blanca, ese sector conservador de las hermandades, las organizaciones de ultraderecha, de los valores WASP (white, anglo saxon, protestant) es quien ha elegido el liderazgo de Charles A. Lindbergh, héroe de la aviación y representante de un sector de la población que buscaba una America pura sin la intervención de lo que ellos llamaban "razas inferiores". Este grupo en el poder decide no intervenir en la Segunda Guerra Mundial, su enfoque es aislacionista, de esa forma Roosevelt pierde las elecciones y Lindbergh es elegido presidente. El panorama político se torna sombrío.


Una virtualización supone representar lo que pudo haber sucedido si analizamos todo aquel contexto de lo que realmente sucedió. No olvidemos que hasta antes de 1941 los Estados Unidos se encontraban en buenas relaciones con la Alemania de Hitler así que una America nazi no debe parecernos extraña. En la novela de Roth la población judía es enviada a integrarse a barrios cristianos o gentiles (como ellos los llaman) para que, de esa forma puedan ser integrados y asimilados: una forma de homogeneización forzosa que busca disgregar la identidad cultural este pueblo. Los más ingenuos ven en esto una forma de ser más "americanos", de elevar de su patriotismo; los más suspicaces lo interpretan como la antesala del progrom y del ghetto.


Esta historia, narrada desde la perspectiva de un niño judío describe la paranoia que se ha apoderado de un sector de la población que para algunos no puede ser considerado como representante de los valores tradicionales del pueblo estadounidense. En esta realidad virtual, Lindbergh ya presidente se alía con Adolfo Hitler para no intervenir en la Segunda Guerra Mundial, por lo tanto, uno puede suponer que no habrá Día D, Francia no será liberada del yugo nazi y Hitler ganará la guerra. Estados Unidos y los países del eje firmarán un pacto de no agresión. No habrá juicio de Nüremberg y los judíos serán perseguidos aún en Los Estados Unidos.


La situación no es nueva. En la España de los Reyes Católicos y más tarde con Felipe II el pueblo hebreo tuvo la opción de cristianizarse, no hacerlo equivalía a la expulsión. Los judíos expulsados de España se establecieron en Grecia y en el norte de Africa. Los judíos “asimilados” o “cristianizados” que se quedaron en España enfrentaron la pérdida de su identidad y de sus tradiciones. Se mezclaron con la gentilidad y desaparecieron. En el libro de Phillip Roth se sugiere la idea de que los judíos estadounidenses que decidan no asimilarse habrán de ser enviados a campos de concentración.


En La conjura contra América la propaganda política, el control de la información y la administración de las ficciones públicas convierten a Los Estados Unidos en un país prefascista, la CIA y el FBI comienzan a vigilar a los disidentes y a neutralizarlos. Los judíos, como es costumbre, buscarán la manera de adaptarse.


La idea de Lindbergh como presidente de los Estados Unidos no es tan desatinada como parecería en un primer momento, después de todo, él era un héroe para toda la nación: luego de ser el primer hombre en cruzar el Atlántico en el Spirit of St. Louis Lindbergh habría de volver a ser noticia cuando su único hijo es secuestrado y encontrado muerto en un bosque cercano. Lindbergh siempre fue un hombre simpatizante con la ideología nazi prueba de ello es su cercanía con políticos como Göring y el hecho de aceptar la condecoración del Águila Alemana por sus cuantiosos meritos en la aviación a pesar de la presión pública por devolver la medalla.


Héroe en primera instancia, luego villano Lindbergh fundará la organización América Primero la cual empieza a caer en descredito luego de sus ataques a la raza judía, sin embargo, los sectores más tradicionalistas y conservadores lo aclaman como "nuestro próximo presidente". La organización América Primero se disuelve luego de los ataques japoneses a Pearl Harbor, ya no había marcha atrás, los aislacionistas habían perdido su lucha política. Se habían quedado solos en la vergüenza y la descalificación. ¿Y si hubieran ganado? La novela de Roth habla trata de estos temas, explota una paranoia social de un pueblo trasplantado e inadaptado, un pueblo exiliado que no se siente seguro ni siquiera en el país que le ha dado albergue.


Hablar de un Lindbergh ficcional y su relación con los judíos me lleva a Woody Allen y a un documental ficticio o mockumentary: Zelig. En el mejor momento de su carrera este cineasta junto con el fotógrafo Gordon Willis y el músico Dick Hyman crean el personaje de Leonard Zelig junto con el mundo convulso tocó vivir: los alegres veintes, el crack de la bolsa y el ascenso de Hitler. A través de recursos cinematográficos innovadores y que se adelantaron a su tiempo, recrean los ambientes a través de trucos fotográficos donde se sobreponen imágenes recién filmadas con grabaciones de archivo dando como resultado una cinta de apariencia retrospectiva que narra un los hechos de un personaje tal y como si hubiera existido. Para lograr esto adaptan la música de aquel tiempo, crean canciones originales y las alternan con la música de la época, insertan faux trailers, filman apariciones especiales que aportan un testimonio como las Susan Sontag, Saul Bellow, o Bruno Bethelheim que vuelven “creíble” la existencia del personaje.


Zelig es un hombre cuya psicosis consiste en no tener una personalidad propia o no aceptarla con la intención de pasar desapercibido. Mimetizarse o ser invisible tomando la personalidad de los demás también es un mecanismo de protección, Zelig busca ser aceptado sin importa la raza o condición del otro a quien quiere parecerse, para esto literalmente copia las personalidades y fisionomías ajenas, este camaleón humano se transforma en un músico negro en presencia de otro con todo y el swing y la habilidad musical; o en un francés con todo y la pose, la idiosincrasia y el bigote; en una mesa la hará de gangster con la expresión dura y el navajazo en la cara obligatorio; al ponerse en medio de dos hombres obesos que discuten sobre su gordura Zelig comienza a aumentar rápidamente de peso.


La falta de una personalidad propia en Zelig refleja una búsqueda de pertenencia y asimilación en una sociedad que lo rechaza. Zelig es judío y se entiende que ser judío es un poco venir de todo el mundo, se parte de todo y de todos, se es un poco de todo, se realizan diversos oficios, desde ropavejero a barón de la banca. Leonard Zelig expresa en sus personalidades una forma de panteísmo malogrado. Aun así, Zelig puede desvincularse fácilmente de cualquier judío porque estos han logrado conservar sus tradiciones a pesar del ambiente extraño que los ha rodeado siempre. En un momento clave del filme se desata un escándalo público en la vida de Zelig quien ya ha sido curado de su trastorno de de personalidad y vive una etapa feliz. A Zelig lo persigue su pasado: ha engañado a muchas personas en su vida de camaleón humano y este pasado vuelve para cobrar algunas facturas. Le llueven demandas por todas partes: ex esposas que le reclaman la pensión de su hijo, toda clase de acreedores, persona que fueron engañadas o defraudadas por este personaje mientras se hacía pasar por otro o asumía alguna personalidad. Es entonces cuando la prensa empieza a agobiarlo y a considerarlo un enemigo público luego de haberlo consagrado como un héroe. Zelig decide desaparecer de la faz de la tierra, vagar por el orbe. Esta vez parece que nadie lo nota. La historia de Zelig parece ser la de cualquier judío y al mismo tiempo no lo es. Ser asimilado para sobrevivir parece ser una disyuntiva que cada persona o pueblo en el exilio tiene que enfrentar.

Tiempo después, dentro de la película, en un periódico donde se publicaba un foto de Hitler durante uno de sus procaces discursos alguien nota “tras bambalinas” la imagen de un oficial de los SS con un extraño parecido con Zelig, Eudora Fletcher, su doctora y amiga, está segura de que se trata de Zelig y decide ir a buscarlo a Alemania donde lo encuentra en un acto público del dictador. El incidente del encuentro de Eudora con un miembro de la guardia personal de Hitler quien resulta ser Zelig hecha a perder el acto público del Führer. Lo que viene a continuación es una persecución hacia Zelig de parte de los SS. Zelig y Eudora logran escapar en un aeroplano. Debemos entender que así como los hombres del Sondernkommando Zelig se ve forzado a aliarse con los nazis para sobrevivir y no distinguirse de su entorno, para sobrevivir es preciso ser aceptado, ser uno más del montón, ser siempre el Otro. Woody Allen ridiculiza así esta idea de asimilación, su ironía llega incluso a tocar ese racismo de Lindbergh y el orgullo moral que los sectores más conservadores y racistas en Estados Unidos: Zelig es el revés judío de Lindbergh. Perseguidos por la policía política del nazismo Zelig y Eudora cruzarán el Atlántico en un aeroplano, tal como Lindbergh, pero Zelig no es un piloto y Eudora acaba de perder el conocimiento por eso su trastorno de personalidad múltiple hará que se transforme en un aviador justo cuando el aeroplano va perdiendo altura, así, transformado en piloto, girará la nave para volar boca abajo y cruzar el Atlántico, no puede ser de otra manera. Zelig es el revés de Lindbergh y en esa sola escena se resumen los sentimientos de un pueblo que por momentos se siente condenado a merodear los vecindarios ajenos y a tener conflictos y disyuntivas entre su herencia cultural y la adaptación a las diversas sociedades en las que se ha desenvuelto. A esto hay que agregar que Lindbergh afirmó alguna vez que la aviación era un bien exclusivo para ser explotado y dominado por las naciones blancas. Mas que un medio de comunicación la aviación –para Lindbergh--era la expresión de un orgullo de la raza aria y caucásica, los demás pueblos, según él, el semita y el asiático no podían hacer más que burdas imitaciones.


El genio de Woody Allen lo llevo a intuir este conflicto, utilizando las herramientas de la ironía y la parodia el personaje Zelig remata el heroísmo de su viaje con esta frase: "Es increíble lo que puedes hacer cuando eres un completo psicótico". Derecho o al revés, viajes en aeroplano así sin duda valen un libro o una película.

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