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El Blog de Noé Vázquez

sábado, 19 de mayo de 2012

El mar, el mar. Una novela oceánica de Iris Murdoch

Por Noé Vázquez

Charles Arrowby es un actor y director teatral que ha decidido dejar las tablas, los escenarios y la fama para refugiarse en una casa rústica en cierto lugar en la playa en la costa de Shruff End. En su vida como ermitaño los recuerdos lo acosan pero está decidido a encontrar la serenidad  y la paz mental acompañado del compás de las aguas oceánicas, su brillo y sus colores cambiantes a lo largo del día, el sol en su nacimiento y declinar en ciertos crepúsculos que acompañan a nuestro personaje en sus caminatas diarias por la playa. Charles quiere que su vida se vuelva contemplativa, tal vez disfrutar de los placeres sencillos como la pesca, cocinar alguno de sus platillos de cuatro minutos, degustar algún buen vino en la paz de esta zona alejada, nadar desnudo en esos atardeceres solitarios, dar unos paseos por el hotel cercano, pasar al bar y saludar a los parroquianos que invariablemente lo ven como un extraño y con frecuencia se burlan de él.

85iris_art                                                     Iris Murdoch también inspiró la cinta Iris 
                                                                       
    Charles poco a poco descubre que tal aislamiento resulta cada vez más difícil ya que en esas zonas apartadas el chismorreo es constante y más si se trata de una figura televisiva y una celebridad como lo es él. Los pensamientos de Charles son retrospectivos, ha llegado a una edad en la que se pueda hacer un balance acerca de una vida vivida: lo acompaña el recuerdo de sus padres y su negativa a que él se convirtiera en actor, la eterna rivalidad con uno de sus primos caracterizado por ser un joven de mucho talento, la grata memoria de su padre, un hombre bueno y trabajador que no tenía conflictos con nadie y el perenne recuerdo de su primer amor: Mary Hartley quien era su compañera de aula y con quien hacía paseos en bicicleta, los recuerdos de un paraíso perdido.

     Al hacer una recapitulación de su vida Charles recuerda a las mujeres que ha abandonado o lo han abandonado como Clement, Lizzie y Rosina. Charles conserva el recuerdo de su primer amor, Hartley, como él la llama y piensa que es la única mujer a quien realmente ha querido, sueña con frecuencia con ella y espera volver a encontrarla algún día luego de que, hace varias décadas ella decidió dejarlo para desaparecer de la faz de la Tierra.
    A este solitario refugio en la playa poco a poco van llegando ciertas visitas inesperadas, como Gilbert, un antiguo amigo gay quien ahora vive con Lizzie, o Rosina, una compañera actriz que resulta una mujer dominante que quiere compartir su vida con Charles, en este sitio es donde descubre con asombro lo cerca que puede estar volver a encontrarse con Hartley...

     El mar, el mar  es heredera del ritmo proustiano donde ciertas imágenes provocan la iluminación en mente del narrador y se agolpa el espesor del recuerdo donde éste nos lleva a la recapitulación y a la reflexión. Nuestras propias vidas ya son fuente de sabiduría y pasado cierto tiempo nuestras experiencias se antojan océnicas. Cada hombre habita sus recuerdos como un edificio donde la memoria tiene atajos, escondrijos, sinuosidades, que nos hacen beber de la fuente de una experiencia revelada nuevamente, una agua ya bebida que por momentos se antoja nueva. Charles Arrowby es víctima de las trampas de propia memoria, se agolpan en él los fantasmas de lo que no fue y pudo haber sido: un amor perdido para siempre, la insatisfacción de una vida, la búsqueda del retorno de una felicidad deseada. Al encontrarse con Hartley, Charles decide secuestrarla y la lleva a vivir a su casa sin darse cuenta que no puede forzar la voluntad de una mujer que ya no lo ama. Esto lo lleva a una aprendizaje tardío de ciertas verdades: hay que ver hacía adelante sin importar el trecho que nos quede y el peso terrible de nuestros recuerdos. La novela de Murdoch incluye sugestiones un tanto góticas y también ciertos elementos sobrenaturales que destacan sobre la tensión dramática de los personajes.

    El mar es una metáfora, es la paz en su rumor nocturno de coros de gaviotas y bufidos de buques a lo lejos y es un agolparse de olas insistentes sobre la arena como un vaivén obsesivo, los temas recurrentes de nuestra memoria, nuestras obsesiones que ya no nos abandonan y una esperanza constante que nunca acaba de rendirse, que nunca pide tregua, como el mar castigando, de  la noche al amanecer, las playas. 

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En torno a Lolita

Por Noé Vázquez.

 

lolitas_tapas                                                  Diversas portadas de la novela

Vladimir Nabokov plantea sus novelas como un ajedrecista. Esto podría ser un lugar común pero también es una certeza que constantemente reforzamos quienes lo leemos. Un autor ajedrecista que también colecciona mariposas. Este es otro tópico. Es conocida la afición de Nabokov por estos insectos. Ajedrez moral lleno de paradojas y conflictos irresolubles; mariposas, mujeres fascinantes, cambiantes; la impostura, la tentanción y el desvarío susurrándonos al oído la promesa de una felicidad y una problemática apenas audible, apenas perceptible. Como toda gran novela, Lolita (1955) escapa a las clasificaciones tradicionales que buscan poner tras cercos de definición una obra que escapa los convencionalismos. La novela de Nabokov aborda la ruptura de un tabú mediante un despliegue verbal cuya florituras del lenguaje martillean la cabeza del lector, Nabokov, como todo gran autor es un medium de las fantasías masculinas no reveladas por la mojigatería estadounidense. El autor, que empezó a escribir en ruso encuentra en el inglés la abundancia de un vocabulario que sería nuevo para él y de cuyas sugestiones parece estar fascinado y nos fascina como si se tratara de un hechicero. Todos conocemos las primeras frases de la novela que reproduzco aquí:

 

Lolita, light of my life, fire of my loins. My sin, my soul. Lo-lee-ta: the tip of the tongue taking a trip of three steps down the palate to tap, at there, on the teeth. Lo. Lee. Ta.

She was Lo, plain Lo, in the morning, tanding four feet ten in one sock. She was Lola in slacks. She was Dolly at school. She was Dolores on the dotted line. But in my arms she was always Lolita.



Lolita
no es simplemente una obra erótica y se apresura a ponerse a salvo de esa definición escandalosa para las damas de copete alto y dentadura postiza dándonos al final la visión de un amor encontrado pero que escapa a los grilletes de esas clasificaciones. Es melodrama, es historia, es crítica social, es erotismo, es amor, es una gran novela donde el autor como entomologista que es consuma un análisis psicológico en donde sus personajes se dejan llevar por sus deseos ocultos que irreflexivamente los conduce a lo trágico. La obra no cesa mostrar la actualidad de un tema a veces provocador y a veces incómodo: los sentimientos de deseo y seducción hacia una nínfula de uniforme escolar.


Un tema considerado tabú, escondido del punto de vista, fuera del ámbito de la discusión tradicional, soterrado en los anhelos apenas insunuados de muchos hombres maduros: el deseo hacia una mujer más joven que plantea problemáticas que pueden ser religiosas, morales o legales. Nabokov escribió un antecedente de lo que más tarde sería Lolita mientras se encontraba en París como un ruso exilliado escribiendo con un seudónimo, el nombre de la novela era El hechicero y ya planteba algunos temas que más tarde desarrollaría con un mayor aliente poético y narrativo en Lolita. Esta vez, Vladimir Nabokov exploraría temas como la mogigatería y la doble moral estadounidense con su consumo conspicuo y sus costumbres. Para un europeo como Nabokov debió serle muy novedoso el estilo de vida americano; pudo sentir una relación de amor y odio hacía este país que, con su abundancia y oportunidades, le abría las puertas; pudo sentirse seducido por su geografía o arquitectura. Esta seducción no tan abiertamente confesada se conserva como crítica en el desarrollo de la trama de la novela, se nota que hay cosas que no le gustan de Estados Unidos y al mismo tiempo se siente deslumbrado. En Lolita, se plantean distintos planos en los recovecos del deseo en las personas, la manera de caer en tentaciones, de seducir y dejarse seducir.


En el argumento Humbert Humbert, un traductor y profesor de literatura se hospeda en la casa de Charlotte, una viuda solitaria que tiene una hija de nombre Dolores Haze. Humbert encuentra en Dolores un objeto de deseo, un aliento a su frivolidad. La suerte está de su lado, Charlotte muere atropellada luego de salir a la calle completamente alterada después de ver cartas de Humbert donde confiesa su deso por Lolita. Este hecho logra que Humbert se convierta en tutor de Dolores, quien tiene doce años. Humbert Humbert y Lolita recorren los Estados Unidos como padre e hija aunque se entiende que tras la puerta de los distintos moteles donde se hospedan a lo largo de su trayecto, son amantes.

Nabokov pertenecía a una familia rusa aristocrática que tuvo que emigrar a Europa luego de la Revolución Bolchevique, siempre manifestó su desagrado por el comunismo que le quitó todo lo que tenía, despreciaba el psicolanálisis al grado de ver a Freud como un "medico brujo de Viena"; tuvo que dejar de escribir en su lengua materna y logró atípicamente destacar en una lengua extranjera que no reconocía como suya, el inglés (algo semejante sucede con Joseph Conrad quien, siendo polaco adoptó el inglés para escribir sus obras); sus novelas son muchas veces cortas e ingeniosas pero Lolita le dió el dinero y la celebridad que otras obras suyas le negaron. Lolita triunfa y como novela se convierte en objeto de deseo debido a la censura en Estados Unidos que consideraba la obra como inmoral. Es por esta razón que las ediciones europeas del libro en inglés eran guardadas celosamente por los turistas americanos que venían de regreso de Francia. Basta prohibir algo para generar la codicia de poseerlo puede ser un libro, una mujer, una nínfula.


Las problemáticas morales ni deben ni pueden resolverse como si fueramos ajedrecistas entomólogos, por eso Humbert debió perder la partida desde un principio, sacudir el tablero y escapar de un deseo que a la postre sería destructivo para ambos: Humbert muere de trombosis en la cárcel después de escribir sus memorias (que Nabokov afirma haber rescatado) y Lolita muere al dar a luz a un niño muerto; alas secas de mariposas que fueron fascinantes alguna vez y que ahora el viento mece con indiferencia en una tarde fría.

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