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El Blog de Noé Vázquez

domingo, 5 de enero de 2014

22.11.63


Historia alternativa
Por: Noé Vázquez

La caja de herramientas de un escritor de best sellers como Stephen King da la noticia de que no parece agotarse con el tiempo y el cansancio que erosiona hasta incluso las voluntades más grandes. La disciplina de este autor le llevó a completar un proyecto con el que había soñado desde aquel ya tan lejano 1972: una novela que hablara sobre el asesinato de JFK; por aquella época, el autor no era el personaje tan premiado y celebrado por la crítica y sus lectores y por el éxito de las muchas adaptaciones cinematográficas de sus novelas. El reto se antojaba mayúsculo: sería una novela de ciencia ficción, también un thriller, hablaría de viajes en el tiempo, el protagonista viajaría a 1958 y desde ese año, se las apañaría para planear impedir el asesinato del presidente Kennedy. Esta ambiciosa novela tendría que amueblarse con los instrumentos de la Historia, el lector cruzaría el umbral de ese agujero de conejo espacio-temporal para situarse en la década de los cincuentas. La labor de investigación histórica se antojaba inmensa y el autor desistió del proyecto. Otra de las razones que aduce para posponer la ejecución de una obra de tal calibre fue el hecho de que el asesinato de Kennedy todavía era relativamente reciente dentro de la memoria colectiva, podría ser un tema un tanto incómodo para ser tratado como una obra de ficción. Muchos años después, el autor anunció esta obra, fue en el 2011. El título: 22.11.63.

Confieso que no frecuento mucho a Stephen King, he visto algunos filmes basados en sus novelas pero, tal vez por cierto perjuicio hacia las referencias populares contemporáneas lo he desatendido. Como yo, debe haber muchos que piensan que si las obras de este autor se venden tanto, es porque tienen características que lo vuelven frívolo o banal, reitero que esto es un prejuicio y reconozco este error de apreciación; después de todo, la lectura en el siglo XIX tiene un auge con una generación de lectores que adoraban a Charles Dickens, quien, a la postre, terminó convenciendo a todos de su arte, incluso a los críticos más exigentes. Tal vez el defecto que encuentro en este tipo de escritores es que se han dejado encasillar, en el caso de Stephen King siempre se le va a asociar con novelas como It, The Stand, The Shine, y un largo etcétera de novelas de terror y horror que tienen determinado público, pero hay que reconocer que cuando se ha apartado del género lo ha hecho con notable éxito, me viene a la mente Misery, entre las que conozco, pero dicen los que saben que ciertas novelas cortas que ha entregado permiten inferir en ellas ciertas preocupaciones sociales que le dan visos de escritor correcto para algunos académicos. Cuando King decide escribir 22.11.63 pensaba atraer a un público distinto, el tipo de público que leería obras como The Help de Katyrn Stockett.  Francamente, si pensamos en escritores estadounidenses contemporáneos me inclino mucho más por Phillip Roth, aunque no sé si entre ambos escritores existan elementos de comparación ya que el ámbito en el que escribe Roth tiene un sustento histórico y político muy determinado por su orígenes judíos, por la crítica al gobierno de su país y por ese muralismo narrativo que exhibe en obras como American Pastoral. Pero, momento, hay un punto de confluencia en ambos: los dos han escrito sobre el campo de la Historia virtual: Roth escribió La conjura contra América, novela donde imagina cómo hubieran sido los Estados Unidos de haber ganado Charles Lindbergh la presidencia de su país. El panorama no resulta muy alentador tal y como lo propone Roth: Los Estados Unidos se convierten en un Estado totalitario que segrega a los judíos en campos de concentración. Su novela pretende demostrar la tesis de que el Holocausto no necesariamente tuvo que haberse presentado en un país como Alemania, sino que los ánimos para un crimen de tal magnitud existían (y existen aún) en la sociedad estadounidense: si queremos una Gestapo, el FBI tiene lo necesario; si queremos un Hitler, el gobierno estadounidense puede encargarse de eso. Tenemos segregación, tenemos odio racial, tenemos grupos radicales que bien podrían rivalizar con los Freikorps y los SS, los elementos ya están dados entonces. Aunque también, Don DeLillo tiene una obra que aborda el mismo tema que Stephen King, la novela se llama Libra, aunque ésta se enfoca más en la vida de Lee Harvey Oswald y en sus motivaciones para cometer el citado asesinato. Estos tres autores reflejan una preocupación social y un tema sensible, cada uno lo hace a su manera y con distintos métodos, al final, terminan por acercarnos a la ficción. Debemos entender la ficción novelística como un procedimiento para escrutrar mejor la realidad histórica que ha formado las naciones. Ficcionar no es apartarse de la realidad sino darle un nuevo contexto para entenderla mejor. Pensar en la Historia como lo que pudo haber pasado en vez de cercarla con datos sobre lo que realmente sucedió es un ejercicio que permite evaluar distintas influencias, como si se tratara de mover piezas de ajedrez esperando a ver qué sucede. Quien se aproxime a esta novela sabrá que el libro tiene esos trucos.

Stephen King escribe la historia virtual de su país a partir de un viajero en el tiempo, el personaje principal de su novela que es Jake Epping, un profesor de educación para adultos que cierto día se siente motivado por la composición de uno de sus alumnos que espera obtener, ya tarde en su vida, el diploma de educación secundaria. En la clase de composición pide a sus alumnos que escriban un ensayo con el tema: "El día en que cambió mi vida". Es la lectura de este ensayo y su posterior amistad con su alumno Harry Dunning lo que conduce a este profesor a entablar contacto con el dueño de una hamburguesería local Al Templeton quien ha pasado mucho tiempo en el pasado sin que Jake lo sepa, cierto día, Jake Epping descubre que Al ha envejecido mucho en un pequeño lapso de tiempo, su semblante parece enfermo, tiene muchas canas, es como si hubieran pasado veinte años. Al tiene un cáncer de pulmón en su etapa final y pide a Jake que le ayude con una misión: impedir el asesinato de John F. Kennedy, misión que Al ha tenido tiempo de estudiar en sus sucesivos viajes, la premisa de Al es que si evitamos el asesinato de Kennedy tendremos una sociedad mejor, nadie matará a Martin Luther King, se disminuirá la segregación racial, no habrá guerra de Vietnam, lo que lo conduce a cruzar un portal espacio-temporal que lo lleva al 9 de septiembre de 1958 a las 11:58 am; invariablemente, cada vez que se cruce este portal, se llega a esa fecha y hora en particular, y no importa cuando se tarde ahí, al regresar al presente sólo habrán pasado dos minutos. Cada vez que cruzas el portal todo empieza de nuevo, así que no importa si ya estuviste antes, la gente que te vea no te reconocerá porque para ellos será la primera vez que estés ahí. No importa si previamente cambiaste el pasado, si vuelves a entrar lo deshaces todo.

Jake Epping también cree que puede aprovechar el viaje para impedir el padre de Harry Dunning asesine a toda su familia tal y como lo describe Harry en su composición. La novela de Stephen King está poblada de referencias históricas como si quisiera pavimentar la experiencia del lector al capturar atmósferas, olores, colores y sabores del pasado; intuye (y creo que lo hace correctamente) que si el lector no acompaña al personaje principal por las calles 1958, el viaje habrá sido en vano. El instante es una atmósfera, el tiempo se expresa en espacios vistos, el tiempo que se recobra con el recuerdo o con un viaje hacia una tarde que descarga sus colores sobre las casas, hacia los ruidos de las calles que están ahí para quien quiera atraparlos. Los comercios de esa mañana de 1958 están abiertos y nuestro personaje Jake Epping decide entrar a uno y pedir un refresco de zarzaparrilla, lo bebemos con él; el autor, a través de estos trucos nos hace partícipes de un viaje que supone para él investigar la música, los modelos de autos, los productos comerciales, los precios la forma de hablar o de vestir, el diseño de las cajetillas de cigarrillos, la situación social y política de esos tiempos, incluso los vaivenes morales de una nación que vive una especie de edad de oro, que más tarde se convertirá en una etapa turbulenta con radicalismos políticos, conflictos raciales, tensiones internacionales. Viajar en el tiempo no solamente es conocer datos, es viajar con los sentidos alertas a los distintos espacios. 

La verdad tomé en serio este viaje, se los juro. Realmente creía estar en 1958. Creo que sólo un escritor tan experimentado como King puede lograr esto. Considero que las palabras se deben dirigir a la epidermis, al menos así lo experimento como lector. El autor juega con ciertas paradojas relativas a los viajes en el tiempo, al final resuelve que el pasado se resiste a ser cambiado; por eso es tan difícil alcanzar a Oswald en el deposito de libros y prevenir el asesinato del presidente. Todo eso resulta conveniente para generar un cierto suspenso a través de las distintas sub-tramas manejadas alrededor de la línea argumental principal. En relación las especulaciones y teorías sobre conspiración en torno al asesinato de Kennedy, King se inclina por la versión oficial: hubo sólo un tirador y hubo tres disparos de un mismo rifle. 

Se debe reconocer que hay un trasfondo social en 22.11.63, el autor se da cuenta del ambiente de tensión que se respiraba en esa época y logra capturarlo para nosotros, no en balde describe a Dallas como un lugar incómodo y sofocante, un sitio sórdido sembrado de odio racial y distancias políticas, con cierta maldad que que se respira en el aire. Una sociedad en la que el rencor y la tensión están en todas partes, como si estuviera a punto de pasar algo malo. No debe extrañarnos que a Kennedy lo hayan asesinado en un estado sureño, en un estado con una tradición secesionista que viene de muy atrás; en lugares así cunde el miedo al cambio que proponía este presidente: nada menos que la integración de personas de color y blancos en los mismos espacios públicos. El asesinato de Kennedy se vuelve comprensible en un ambiente de radicalismos sociales y políticos, sociales en el sentido de que hay una resistencia hacia las reformas en cuando a derechos civiles; y políticos en el sentido de que el gobierno estadounidense estaba pagando sus conflictos con Cuba, la vergüenza y la condena internacional por el asunto de la invasión a Bahía de Cochinos, y la reciente crisis de misiles. Cuando se analizan las teorías de conspiración todas parecen tener la razón porque cualquiera pudo haber matado a Kennedy, incluso un loco solitario como Oswald. Un asesinato así desafía la esa lógica que nos inclina a balancearlo todo: pensamos que tuvo que haber otros factores, una conspiración por ejemplo, para hacer discernible este magnicidio. A este desajuste le ponemos todo tipo de nombres para balancearlo y hacerlo comprensible: la mafia, la CIA, el FBI, el Servicio Secreto, las vacas sagradas del Pentágono, LBJ. Stephen King afirma haber investigado a través de una bibliografía extensa, al final se inclina por la versión de la Comisión Warren. La idea de una conspiración resulta mucho más atractiva y sin embargo, el autor prefiere la versión oficial. Al final termina siendo congruente con su punto de vista sobre este crimen.

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sábado, 8 de mayo de 2010













Lindbergh y Lindbergh




Por: Noé Vázquez.




Charles A. Lindbergh fue un héroe de la aviación, luego villano por sus ideas racistas y al final de su vida nuevamene héroe como aviador civil. Nuestro afán de ficcionar sin duda "sabe" de otras cosas.


En la novela de Philiph Roth La conjura contra America observamos un virtualización de la Historia: el poder en los Estados Unidos ha sido tomado por la ultraderecha tradicional representada por sectores republicanos y por lo que ellos llaman la America Blanca, ese sector conservador de las hermandades, las organizaciones de ultraderecha, de los valores WASP (white, anglo saxon, protestant) es quien ha elegido el liderazgo de Charles A. Lindbergh, héroe de la aviación y representante de un sector de la población que buscaba una America pura sin la intervención de lo que ellos llamaban "razas inferiores". Este grupo en el poder decide no intervenir en la Segunda Guerra Mundial, su enfoque es aislacionista, de esa forma Roosevelt pierde las elecciones y Lindbergh es elegido presidente. El panorama político se torna sombrío.


Una virtualización supone representar lo que pudo haber sucedido si analizamos todo aquel contexto de lo que realmente sucedió. No olvidemos que hasta antes de 1941 los Estados Unidos se encontraban en buenas relaciones con la Alemania de Hitler así que una America nazi no debe parecernos extraña. En la novela de Roth la población judía es enviada a integrarse a barrios cristianos o gentiles (como ellos los llaman) para que, de esa forma puedan ser integrados y asimilados: una forma de homogeneización forzosa que busca disgregar la identidad cultural este pueblo. Los más ingenuos ven en esto una forma de ser más "americanos", de elevar de su patriotismo; los más suspicaces lo interpretan como la antesala del progrom y del ghetto.


Esta historia, narrada desde la perspectiva de un niño judío describe la paranoia que se ha apoderado de un sector de la población que para algunos no puede ser considerado como representante de los valores tradicionales del pueblo estadounidense. En esta realidad virtual, Lindbergh ya presidente se alía con Adolfo Hitler para no intervenir en la Segunda Guerra Mundial, por lo tanto, uno puede suponer que no habrá Día D, Francia no será liberada del yugo nazi y Hitler ganará la guerra. Estados Unidos y los países del eje firmarán un pacto de no agresión. No habrá juicio de Nüremberg y los judíos serán perseguidos aún en Los Estados Unidos.


La situación no es nueva. En la España de los Reyes Católicos y más tarde con Felipe II el pueblo hebreo tuvo la opción de cristianizarse, no hacerlo equivalía a la expulsión. Los judíos expulsados de España se establecieron en Grecia y en el norte de Africa. Los judíos “asimilados” o “cristianizados” que se quedaron en España enfrentaron la pérdida de su identidad y de sus tradiciones. Se mezclaron con la gentilidad y desaparecieron. En el libro de Phillip Roth se sugiere la idea de que los judíos estadounidenses que decidan no asimilarse habrán de ser enviados a campos de concentración.


En La conjura contra América la propaganda política, el control de la información y la administración de las ficciones públicas convierten a Los Estados Unidos en un país prefascista, la CIA y el FBI comienzan a vigilar a los disidentes y a neutralizarlos. Los judíos, como es costumbre, buscarán la manera de adaptarse.


La idea de Lindbergh como presidente de los Estados Unidos no es tan desatinada como parecería en un primer momento, después de todo, él era un héroe para toda la nación: luego de ser el primer hombre en cruzar el Atlántico en el Spirit of St. Louis Lindbergh habría de volver a ser noticia cuando su único hijo es secuestrado y encontrado muerto en un bosque cercano. Lindbergh siempre fue un hombre simpatizante con la ideología nazi prueba de ello es su cercanía con políticos como Göring y el hecho de aceptar la condecoración del Águila Alemana por sus cuantiosos meritos en la aviación a pesar de la presión pública por devolver la medalla.


Héroe en primera instancia, luego villano Lindbergh fundará la organización América Primero la cual empieza a caer en descredito luego de sus ataques a la raza judía, sin embargo, los sectores más tradicionalistas y conservadores lo aclaman como "nuestro próximo presidente". La organización América Primero se disuelve luego de los ataques japoneses a Pearl Harbor, ya no había marcha atrás, los aislacionistas habían perdido su lucha política. Se habían quedado solos en la vergüenza y la descalificación. ¿Y si hubieran ganado? La novela de Roth habla trata de estos temas, explota una paranoia social de un pueblo trasplantado e inadaptado, un pueblo exiliado que no se siente seguro ni siquiera en el país que le ha dado albergue.


Hablar de un Lindbergh ficcional y su relación con los judíos me lleva a Woody Allen y a un documental ficticio o mockumentary: Zelig. En el mejor momento de su carrera este cineasta junto con el fotógrafo Gordon Willis y el músico Dick Hyman crean el personaje de Leonard Zelig junto con el mundo convulso tocó vivir: los alegres veintes, el crack de la bolsa y el ascenso de Hitler. A través de recursos cinematográficos innovadores y que se adelantaron a su tiempo, recrean los ambientes a través de trucos fotográficos donde se sobreponen imágenes recién filmadas con grabaciones de archivo dando como resultado una cinta de apariencia retrospectiva que narra un los hechos de un personaje tal y como si hubiera existido. Para lograr esto adaptan la música de aquel tiempo, crean canciones originales y las alternan con la música de la época, insertan faux trailers, filman apariciones especiales que aportan un testimonio como las Susan Sontag, Saul Bellow, o Bruno Bethelheim que vuelven “creíble” la existencia del personaje.


Zelig es un hombre cuya psicosis consiste en no tener una personalidad propia o no aceptarla con la intención de pasar desapercibido. Mimetizarse o ser invisible tomando la personalidad de los demás también es un mecanismo de protección, Zelig busca ser aceptado sin importa la raza o condición del otro a quien quiere parecerse, para esto literalmente copia las personalidades y fisionomías ajenas, este camaleón humano se transforma en un músico negro en presencia de otro con todo y el swing y la habilidad musical; o en un francés con todo y la pose, la idiosincrasia y el bigote; en una mesa la hará de gangster con la expresión dura y el navajazo en la cara obligatorio; al ponerse en medio de dos hombres obesos que discuten sobre su gordura Zelig comienza a aumentar rápidamente de peso.


La falta de una personalidad propia en Zelig refleja una búsqueda de pertenencia y asimilación en una sociedad que lo rechaza. Zelig es judío y se entiende que ser judío es un poco venir de todo el mundo, se parte de todo y de todos, se es un poco de todo, se realizan diversos oficios, desde ropavejero a barón de la banca. Leonard Zelig expresa en sus personalidades una forma de panteísmo malogrado. Aun así, Zelig puede desvincularse fácilmente de cualquier judío porque estos han logrado conservar sus tradiciones a pesar del ambiente extraño que los ha rodeado siempre. En un momento clave del filme se desata un escándalo público en la vida de Zelig quien ya ha sido curado de su trastorno de de personalidad y vive una etapa feliz. A Zelig lo persigue su pasado: ha engañado a muchas personas en su vida de camaleón humano y este pasado vuelve para cobrar algunas facturas. Le llueven demandas por todas partes: ex esposas que le reclaman la pensión de su hijo, toda clase de acreedores, persona que fueron engañadas o defraudadas por este personaje mientras se hacía pasar por otro o asumía alguna personalidad. Es entonces cuando la prensa empieza a agobiarlo y a considerarlo un enemigo público luego de haberlo consagrado como un héroe. Zelig decide desaparecer de la faz de la tierra, vagar por el orbe. Esta vez parece que nadie lo nota. La historia de Zelig parece ser la de cualquier judío y al mismo tiempo no lo es. Ser asimilado para sobrevivir parece ser una disyuntiva que cada persona o pueblo en el exilio tiene que enfrentar.

Tiempo después, dentro de la película, en un periódico donde se publicaba un foto de Hitler durante uno de sus procaces discursos alguien nota “tras bambalinas” la imagen de un oficial de los SS con un extraño parecido con Zelig, Eudora Fletcher, su doctora y amiga, está segura de que se trata de Zelig y decide ir a buscarlo a Alemania donde lo encuentra en un acto público del dictador. El incidente del encuentro de Eudora con un miembro de la guardia personal de Hitler quien resulta ser Zelig hecha a perder el acto público del Führer. Lo que viene a continuación es una persecución hacia Zelig de parte de los SS. Zelig y Eudora logran escapar en un aeroplano. Debemos entender que así como los hombres del Sondernkommando Zelig se ve forzado a aliarse con los nazis para sobrevivir y no distinguirse de su entorno, para sobrevivir es preciso ser aceptado, ser uno más del montón, ser siempre el Otro. Woody Allen ridiculiza así esta idea de asimilación, su ironía llega incluso a tocar ese racismo de Lindbergh y el orgullo moral que los sectores más conservadores y racistas en Estados Unidos: Zelig es el revés judío de Lindbergh. Perseguidos por la policía política del nazismo Zelig y Eudora cruzarán el Atlántico en un aeroplano, tal como Lindbergh, pero Zelig no es un piloto y Eudora acaba de perder el conocimiento por eso su trastorno de personalidad múltiple hará que se transforme en un aviador justo cuando el aeroplano va perdiendo altura, así, transformado en piloto, girará la nave para volar boca abajo y cruzar el Atlántico, no puede ser de otra manera. Zelig es el revés de Lindbergh y en esa sola escena se resumen los sentimientos de un pueblo que por momentos se siente condenado a merodear los vecindarios ajenos y a tener conflictos y disyuntivas entre su herencia cultural y la adaptación a las diversas sociedades en las que se ha desenvuelto. A esto hay que agregar que Lindbergh afirmó alguna vez que la aviación era un bien exclusivo para ser explotado y dominado por las naciones blancas. Mas que un medio de comunicación la aviación –para Lindbergh--era la expresión de un orgullo de la raza aria y caucásica, los demás pueblos, según él, el semita y el asiático no podían hacer más que burdas imitaciones.


El genio de Woody Allen lo llevo a intuir este conflicto, utilizando las herramientas de la ironía y la parodia el personaje Zelig remata el heroísmo de su viaje con esta frase: "Es increíble lo que puedes hacer cuando eres un completo psicótico". Derecho o al revés, viajes en aeroplano así sin duda valen un libro o una película.

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