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El Blog de Noé Vázquez

viernes, 18 de mayo de 2012

2012. Año de Alan Turing.

En torno a Alan Turing y una manzana
Por: Noé Vázquez 
Prohibido comer de este fruto: es la revelación, la ciencia, el conocimiento, la expulsión, la muerte. Las Escrituras hablan de un fruto pero no dicen cual. La imaginación popular quiere que sea una manzana, lo cierto es que trata de un símbolo, ¿de qué?,  ¿de la prudencia?, ¿de conocer nuestro propios límites y no traspasarlos? Otras veces queremos que la manzana sea el símbolo de la muerte en algún cuento popular como el de la Cenicienta que es obligada a comer un fruto empapado con veneno. 
Moja la manzana en el brebaje, deja que la muerte durmiente la empape…”
A veces es el instrumento de la Revelación, un entendimiento mitológico del conocimiento y de la búsqueda de la verdad es este: Imaginemos que Isaac Newton duerme la siesta al pie de un manzano (otros dirán que solo estaba reflexionando), se dice que era el verano de 1665 aunque la falta de referencias exactas indique algunas veces que fue 1666, la razón de que el genio se encontrara en el campo era muy sencilla, se había recrudecido la peste, en 1665 la Universidad de Cambridge había cerrado sus puertas, no había mucho que hacer al respecto y la mejor opción para escapar de ella era huir al campo, a Woolsthorpe ese fue uno de los “años milagroso de Newton” y también, hay que recordar que 1666 es al año del incendio de Londres. Pues bien, en ese momento una de las manzanas del árbol le cae al lado suyo y recibe una especie de “epifanía”: su inteligencia monumental acaba de discernir el fenómeno de la gravedad de los objetos, sus matemáticas habrían de proveer a la ciencia del futuro de un “manual de instrucciones” de esta fuerza de la naturaleza. Muchos afirman que el episodio de la manzana es apócrifo y que la inteligencia de este científico hubiera podida descentrañar los misterios de la naturaleza sin la intervención de este evento. Lo cierto es que la Royal Society tiene un documento “desclasificado” en donde Newton le comenta este episodio a su amigo William Stukeley. Esta vez la manzana fue el fruto del conocimiento en el Árbol de la Ciencia.
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El caso del matemático inglés Alan Turing es distinto y dramático. Alan Turing fue el padre de la ciencia de las computadoras, a través de su máquina teórica “de Turing”, pretendía encontrar una manera en que las máquinas pudieran pensar como los seres humanos, combinando la lógica con elementos aleatorios, en teoría, una máquina podría simular tener libre albedrío. Alan Turing estudió lógica matemática en la Universidad de Cambridge y trabajó para su país en los Servicios de Información. Turing trabajó en una máquina denominada “La Bomba”, el propósito de esta máquina era comportarse como varias máquinas alemanas “Enigma” codificando al mismo tiempo. Más tarde participaría en la construcción y operación de Colossus, el propósito era descifrar los códigos de los alemanes, anticiparse a sus operaciones y conocer la localización de los nazis en el Atlántico, gracias a ésto se salvaron muchos buques británicos. Colossus es considerado el primer ordenador eléctrico ya que trabajaba con tubos al vacío en vez de relés como las máquinas anteriores. Los trabajos de Turing buscaban, mediante el manejo de números, la encriptación de códigos gigantescos. Turing sienta las bases para la ciencia de la computáción partiendo del hecho de que podía crear máquinas teóricas o abstractas capaces de procesar símbolos. Se dice que Colossus no fue en un sentido exacto una “maquina de Turing” aunque se acercaba mucho a ello. Alan Turing fue considerado en su momento un héroe al grado de ser condecorado con la Alta Orden del Imperio Británico. 
Hasta la fecha sus trabajos siguen dando de que hablar y generando estudios y análisis por parte de los expertos. Creer que las máquinas pueden pensar es una concepción que raya con fantasías de ciencia ficción. Todavía no sabemos si los robots puedan algún día “soñar con ovejas eléctricas” o si puedan desarrollar pensamientos anti-éticos como Hal 9000. Turing crea un interpretación filosófica sobre este asunto: ¿Es posible distinguir una máquina de un ser humano? Para esto enuncia el famoso Test de Turing, cuya belleza radica en que no necesita muchos elementos de comprobación y está basado solo en una percepción empírica y del sentido común: una mordida más al fruto del conocimiento. 
Turing diseñó, luego de la Segunda Guerra Mundial uno de los primeros computadores electróncos que podían programarse en el Laboratorio Nacional de Física del Reino Unido para después trabajar en el software de la Manchester Mark I de la Universidad de Manchester, por esas fechas fue la construcción del Colossus que fue precursor de la la ENIAC, construido por la Universidad de Pennsylvania. 
Turing era un homosexual bastante excéntrico enmedio de una sociedad hipócrita y doblemoralista todavía permeada por el conservadurismo de la época victoriana. Era un personaje tímido, solitario, le gustaba aislarse de los demás y era visto muchas veces con envidia o recelo por sus colegas de trabajo quienes contribuyeron a su segregación. La sociedad británica tenía poca tolerancia a la homosexualidad sobre todo si ésta era pública y contribuía al escándalo. Eran las mismas leyes británicas que en el pasado habían condenado a Oscar Wilde a trabajos forzados en la cárcel de Riding. Alan Turing vivía siempre en la cuerda floja debido a sus costumbres homosexuales, de alguna manera se sabía de ellas y muchos de sus compañeros y conocidos se hacían de la vista gorda sabiendo la clase de problemas que esto le acarrearía si se involucraban las autoriades. ¿Qué es el pecado sino el fruto del conocimiento del bien y del mal? La moral judeocristiana nos aconseja no comer de ese fruto. Cuidado, esa manzana también puede estar podrida. 
Cierto día de 1952 Alan Turing llega a su casa y encuentra a su amante en turno Arnold Murray robando sus pertenencias en compañía de su cómplice. Turing, completamente indignado, actúa por impulso y se presenta en la Comisaría de Policía más cercana para denunciar el robo. Luego de un interrogatorio los agente se dan cuenta del elemento homosexual del delito, poco a poco, Turing va develando detalles que lo comprometen, detalles personales que el sentido común nos dice que a veces es importante ocultar. Pocos días después Turing encuentra en su casa una carta en la que se le denuncia por “indecencia grave por perversión sexual”, todo esto bajo la base legal de la Criminal Law Amendment Act 1885 y se le cita a comparecer ante un juzgado por sus actos de sodomía. Se da un proceso en el que Turing no niega sus prácticas sexuales. Luego del proceso el juez le da a elegir entre la cárcel o el arresto domiciliario con la condición de ser sometido a un tratamiento con hormonas para “reducir” su nivel de líbido. Turing aceptó la segunda opción. Esta tratamiento aun no había sido probado, así que alguna manera Turing se convirtió en conejillo de indias de la ciencia británica. El resultado del tratamiento fue desastroso: insomnio, ansiedad, vértigo, incapacidad de concetración, engordó más de lo debido (Turing siempre había tenido un cuerpo esbelto y atlético), le crecieron los pechos y quedó impotente. Otro efecto del proceso fue el escarnio público y la expulsión de su puesto de codificador. 
Con sus facultades mermadas por el tratamiento pasó dos años en el completo ostracismo aunque no abandonó sus actividades científicas. Turing estaba cansado de todo, de su vida, de la sociedad solo le quedaba la ciencia pero sentía que sus facultades matemáticas habían sido afectadas. No podía resistir tanto dolor así que decide poner fin a su vida. El 7 de junio de 1954 Turing compró una bolsa de manzanas, elegió la más roja y hermosa de todas ellas, le inyectó una buena cantidad de cianuro  y le dio un mordisco. Se cree que la dosis fue tal letal que no le pudo dar un segundo mordisco. Nuestro imaginario quiere que la manzana venga del árbol de la muerte y las ilusiones perdidas. 
Un error de apreciación y una tendencia a la comprensión poética del mundo quiere que la manzana de Apple Computer sea la misma manzana mordida de Alan Turing, todo parece embonar: los colores del arcoiris del movimiento gay, la mordida del conocimiento del bien y del mal, la mordida al fruto del árbol de la ciencia, la relación de las matemáticas de Turing con las computadoras actuales… Lo siento, pero es falso. La historia no siempre tiene la misma exactitud de la poesía. La verdad tiene otros mecanismos que no necesariamente están relacionados con la belleza de una historia. Lo cierto es que Steve Jobs, quien era un hippie que de vez en cuando acostumbraba vivir en comunas donde con frecuencia se cultivaban manzanos se estuvo debatiendo entre el nombre de Apple y otros para su compañía (eso es lo que menciona Steve Wozniak a quien Jobs le contó que había visitado un manzanar en Oregon),  la combinación Apple Computer funcionaba porque contrastaba un elemento natural con otro artificial lo cual podría crear cierta percepción en el consumidor, además, otra persona que contribuyó a nombrar la compañía, Ronald Wayne quería que tuviera una grabado antiguo con la imagen de Isaac Newton y una manzana. Por otra parte Rob Janoff, el diseñador gráfico que realizó la manzana arcoirirs con la mordida afirma que en ningún momento pensó en Alan Turing al momento de diseñar la manzana. Entre tantos malos ententidos también se dice que Jobs quería robarse el nombre y el concepto de la compañía discográfica de los Beatles, Apple Records. Todos conocemos la clase de problemas legales que trajo esto.
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Con la misma doble moral que antes a Alan Turing se le han ido dando discretos reconocimientos: develando una estatua por ahí, poniendo una placa por allá. En el 2009 el primer ministro británico Gordon Brown dio un disculpa pública por el tratamiento dado al célebre matemático y por lo injusticia que se le hizo a este héroe de guerra. Se ha declarado el 2012 como el año de Alan Turing y se ha dispuesto la creación de un sello postal para celebrar el centenario de su nacimiento y se discute una petición para que sea perdonado del delito de “indecencia grave”. Como en el jardin de Hera donde las Hespérides cuidan de los manzanos dorados que todos codician, algunos se acercan a este jardín desafiando al dragón de cien cabezas para robar uno de estos frutos que también otorgan inmortalidad. ¿Habrá sido ese el caso de Turing?

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