El Vargas Llosa político
Por Noé Vázquez
En las elecciones para presidente del Perú.
Mario Vargas Llosa relata en El pez en el agua los avatares de su campaña presidencial, los tejes y manejes de la política peruana, la manera de hacer vida pública en un país caracterizado por la ignorancia y el paternalismo estatal. Cierto sector de la población, tal vez el más liberal llegó a ver a Vargas Llosa como su esperanza para combatir el estatismo y el populismo de Alan García. Perú se ha caracterizado por ser un país de muchos conflictos, una región socialmente inestable y agreste en donde convivía hasta hace poco la guerrilla con el narco, las diversas etnias con sus costumbres en el crisol que representa esa sociedad tan diversa e injusta donde las diferencias económicas son tan marcadas, ese país en donde compiten muchos intereses y el ejercicio de la política, más que ser un juego civilizado en donde diversas fuerzas sociales compiten en un ambiente de legalidad y justicia, se parece más a un combate de tiburones donde se vale de todo: el engaño, la componenda por debajo del agua, los conflictos de intereses (que los hay en todas partes), los caciquismo, la fuerza policiaca y militar, el contubernio de los poderosos. Mario Vargas Llosa hace un retrato triste y desesperanzador del juego político peruano. El autor revela cierta decepción por su país y por las personas que a la postre, lo abandonaron en las elecciones o no votaron por él. Luego de tres años de campaña Mario Vargas Llosa pierde las elecciones de 1990 frente a Alberto Fujimori.
Tres años después de estos eventos, el autor, ordenando mejor sus ideas y ya en el extrangero luego del ostracismo al que fue condenado por el nuevo régimen, reflexiona sobre su vida como escritor, en esta obra, alterna (como lo ha hecho en otros libros) capítulos que narran esos tres años cruciales en su vida con otros capítulos donde nos relata episodios de su vida, la niñez pasada solo con su madre y sus tías en esa especie de feliz gineceo que fue su infancia en Arequipa y Cochabamba, y sus primeros contactos con los libros; su decisión temprana de convertirse en escritor a pesar de la negativa de su progenitor, el apoyo que encuentra en distintos parientes que lo alientan a seguir con esa vocación descubierta, las diferencias con su padre quien jamás llega a aceptar que uno de sus hijos lleve la vida de escritor, sus luchas constantes por lograr ser un novelista reconocido, el matrimonio con su tía política Julia Urquidi y el escándalo que esto provoca, su primer viaje a París, sus estudios en la Universidad, sus distintos trabajos, sus primeros escritos y su evolución como periodista y escritor.
En El pez en el agua revela su ideario político y su visión del Perú en sus aspectos sociales y económicos. Vargas Llosa es un intelectual liberal que cree en la desregulación estatal y el libre mercado, el respeto a los derechos humanos y la diversidad religiosa (a pesar de que se ha declarado agnóstico, hecho que le mereció malos entendidos entre la población peruana). Las tesis de Vargas Llosa no son otras que las del liberalismo económico que busca el fortalecimiento del mercado y la negativa del control de cambios, la privatización de empresas públicas, la apertura a las inversiones extrangeras, un programa educativo que aliente los resultados de los estudiantes con becas, cero tolerancia a la corrupción, mano dura contra la criminalidad, negociación con la guerrilla. Todo esto contra las tesis de Alan García como el proteccionismo estatal y una demagogia practicada a gran escala. Los políticos a los que combatía Vargas Llosa eran depositarios de las creencias del estado de bienestar tan recurridas en los sesentas y setentas, en lo particular en México donde la política era regida por un partido de estado que se perpetuaba en el poder.
Tres años después de estos eventos, el autor, ordenando mejor sus ideas y ya en el extrangero luego del ostracismo al que fue condenado por el nuevo régimen, reflexiona sobre su vida como escritor, en esta obra, alterna (como lo ha hecho en otros libros) capítulos que narran esos tres años cruciales en su vida con otros capítulos donde nos relata episodios de su vida, la niñez pasada solo con su madre y sus tías en esa especie de feliz gineceo que fue su infancia en Arequipa y Cochabamba, y sus primeros contactos con los libros; su decisión temprana de convertirse en escritor a pesar de la negativa de su progenitor, el apoyo que encuentra en distintos parientes que lo alientan a seguir con esa vocación descubierta, las diferencias con su padre quien jamás llega a aceptar que uno de sus hijos lleve la vida de escritor, sus luchas constantes por lograr ser un novelista reconocido, el matrimonio con su tía política Julia Urquidi y el escándalo que esto provoca, su primer viaje a París, sus estudios en la Universidad, sus distintos trabajos, sus primeros escritos y su evolución como periodista y escritor.
En El pez en el agua revela su ideario político y su visión del Perú en sus aspectos sociales y económicos. Vargas Llosa es un intelectual liberal que cree en la desregulación estatal y el libre mercado, el respeto a los derechos humanos y la diversidad religiosa (a pesar de que se ha declarado agnóstico, hecho que le mereció malos entendidos entre la población peruana). Las tesis de Vargas Llosa no son otras que las del liberalismo económico que busca el fortalecimiento del mercado y la negativa del control de cambios, la privatización de empresas públicas, la apertura a las inversiones extrangeras, un programa educativo que aliente los resultados de los estudiantes con becas, cero tolerancia a la corrupción, mano dura contra la criminalidad, negociación con la guerrilla. Todo esto contra las tesis de Alan García como el proteccionismo estatal y una demagogia practicada a gran escala. Los políticos a los que combatía Vargas Llosa eran depositarios de las creencias del estado de bienestar tan recurridas en los sesentas y setentas, en lo particular en México donde la política era regida por un partido de estado que se perpetuaba en el poder.
Vargas Llosa escribe sobre sus anhelos de gloria, sus sueños, su utopía peruana, su voluntad de cambiar al país a través de la política, y tal vez, de manera narcisista, sus anhelos de poder. La realidad fue otra. Tal vez los peruanos no supieron entenderlo. Hay que tomar en cuenta que las masas muchas veces no quieren o no entienden a los intelectuales. Es por esta razón que el perfil de los políticos en estos países es el de unos oportunistas que se aprovechan de la ignorancia de muchos para cumplir con sus fines no siempre muy respetables, éstos se valen de todo, si hay que conducir un gobierno a la derecha, como lo hizo Fujimori, así lo hacen sin importar que su radicalismo golpee el estado de derecho que presume el gobierno; si hay que orientar el régimen hacia la izquierda, lo llevan a cabo sin pensar en las consecuencias para la economía; ya vendrá otro régimen y otro caudillo a salvar la situación. Vargas Llosa, como muchos otros en su país, supo darse cuenta de esto, en su voluntad legítima de cambiar al Perú fue un incomprendido que llegó cuando no se le esperaba.
Etiquetas: Mario Vargas Llosa
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