"Pet Sounds". La aureola en la cabeza de Brian Wilson.
Brian Wilson. Música, cromatismo, perfeccionismo, religiosidad. |
Por: Noé Vázquez
«Ya no más surf ni coches usados, ya no más un creador de mitos amateur. En lugar de esto, Brian Wilson ha surgido como un solemne romántico, publicando una larga serie de poemas musicales, frágiles estanques de sonido muy límpidos. Pequeños coros juguetones y laberínticas voces soprano. Tristes canciones acerca de la soledad y el dolor del corazón. Tristes canciones incluso sobre la felicidad ».
Portada en el zoológico de San Diego. |
“Pet Sounds fue el disco que más me impactó. No sabes cuánto me gusta. He comprado una copia a cada uno de mis hijos para su educación en la vida… creo que nadie está del todo educado, musicalmente hablando, hasta que no ha escuchado este disco… Me encanta la orquesta, los arreglos… puede parecer pretencioso decir que es el clásico del siglo… pero en mi opinión, es sin duda un clásico inalcanzable por muchos motivos… He llorado muchas veces escuchando el Pet Sounds. Se lo hice escuchar a John tantas veces que fue difícil para él escapar de su influencia… era el disco del momento. El detalle que realmente me hizo sentarme y tomar nota fue el bajo… y también, el hecho de introducir melodías en las líneas de bajo. Esa fue la gran influencia mientras grabábamos el Sargeant Pepper. Me empujó hacía un periodo de unos dos años en los que casi todo lo que compuse contenía melodías en las líneas de bajo. “God Only Knows” es mi favorita… muy emotiva, se me hace un nudo en la garganta cada vez que la escucho. En “You Still Believe In Me”, adoro esa melodía – me mata… esa es mi favorita, es increíblemente hermosa al final… surge como una oleada de esas armonías multicolor… provoca escalofríos en mi espalda”. Paul McCartney
La historia del disco es bien conocida: Brian Wilson quería un disco manejado como un concepto y no como una serie de canciones inconexas y de calidad más o menos regular sino es que mala. Un disco con unidad de expresión en todos sus cortes, incluyendo la temática de las letras y la instrumentación. The Beatles, con quienes Brian Wilson parecía compartir muchas ideas musicales, distinguir las ondulaciones de sus almas al punto que parecía comunicarse telepáticamente con ellos, habían marcado la pauta con el disco Rubber Soul. Las ambiciones creativas de Wilson lo llevaron a proyectar este disco como una empresa casi personal. Incapaz de estar en gira con el resto del grupo debido a que para estos momentos empezaba a ser afectado por la paranoia y el pánico a volar que aumentaba de intensidad gradualmente, Brian prefería quedarse en la ciudad y dedicarse exclusivamente a componer buena música. Brian sería el profeta, The Beach Boys serían sus mensajeros.
Brian Wilson. Pop barroco. |
Ideas musicales a raudales. |
Pet Sounds tiene secretos que se revelan poco a poco a medida que repetimos las canciones, que “entramos” a él desde distintos niveles aproximación para encontrarnos con algo no advertido previamente, se parece, en un nivel sonoro a un retablo barroco de sonidos que se descubren gradualmente dando la impresión de que más allá de la misma música planteada en el álbum es posible conocer cierta línea melódica subordinada en sus intimidad sonora, como una serie de sub-tramas a las que accedemos poco a poco; en tal sentido escucharíamos una “música” dentro de la propia música; conoceríamos la música con todo el aparato que lleva que lleva puesto, con una instrumentación arriesgada poco vista en otras grabaciones. Brian ha reunido a treinta músicos para tocar cuarenta instrumentos, muchos de ellos incluirán un ukelele, el timbre de una bicicleta y el golpeteo sobre una lata de Coca-Cola. Escucharíamos la música que sabe desprender la misma música y por último, la música con todos sus efectos colaterales ya entregando algunos de sus muchos secretos.
Volvamos a escuchar, esta vez el track You Still Believe In Me: en mi oído resuena el clavicembalo, clarinete bajo, saxofón, timbre y corneta de bicicleta, bajo Fender, guitarra...la instrumentación exacta se desconoce, conocemos el producto final de las mezclas; todo ensamblado en una composición propuesta por Wilson con letras de Tony Asher. Para conocer su génesis me remonto al 1 de noviembre de 1965 en los Estudios Western de la ciudad de Los Ángeles, fecha en la que empezó su grabación. A pesar de que la canción tiene una temática relacionada con el amor adolescente, los arreglos instrumentales nos remiten a la infancia, de ahí los sonidos de timbre y corneta de bicicleta, cajas de música que abrimos a subrepticiamente, y un aire un tanto melancólico, de reminiscencias hacia esos paraísos perdidos que llevamos dentro. Brian Wilson, quien siempre volvía a su habitación para protegerse de las golpizas y maltratos de un padre demasiado dominante, creó con su arte una serie de habitaciones sonoras plenas de abatimiento alegre y de feliz tristeza, los temas de Pet Sounds se sitúan en un punto álgido y definitorio, en vilo entre la risa y el llanto, en la incertidumbre que nos hace agachar la cabeza o correr alegres por un campo lleno de flores amarillas (sí, una imagen cursi, un lugar común, pero también una verdad). El tema fue retomado y sometido a otro proceso el 22 de enero de 1966, ahí se empezó a grabar el intro de la canción, mientras Brian Wilson tocaba el piano, Tony Asher pulsaba las cuerdas dentro del mismo para atemperar el sonido. Lo que empezó como una tema de la infancia terminó como una canción de amor.
Es 6 de marzo de 1966, estamos en la grabación del tema Waiting For The Day en los estudios Western en Los Angeles. Vamos a imaginarlo. Los ensayos se prolongan por horas, Brian propone un intro con percusiones ásperas, potentes redobles de tambor, pesados, estridentes; luego, una sucesión de sonidos de órgano y de flautas para rematar con guitarras, piano y una sección de cuerdas. Jim Gordon, Gary Goleman, Carol Kayes, Leonard Hartman, Al DeLory, Ray Pohlman...quizá son nombres que no dicen mucho pero que forman parte de los músicos de sesión que trabajaban con Phil Spector y que para este disco se convirtieron en la armada musical de lujo de Brian Wilson, sin ellos, no hubiera sido posible una grabación como esta. Waiting for the day es una combinación entre balada clásica orquestal y una típica canción de rock, de ahí que tenga cambios de tempo súbitos; la melancolía pausada de quien extraña el tiempo con la amada, y luego, una carrera feliz sobre la persona en pos del romance. Los temas de Pet Sounds nos hacen pensar en aventuras vitales, en persecusiones definitorias. Una línea melódica de tres flautas que acompañarán unas letras que nos remiten a la ternura de una espera constante, y también, una sección de cuerdas formada por violines, cellos, contrabajos, y violas que acompañan las voces de Mike Love, Al Jardine, Bruce Johnson y los hermanos Carl y Dennis Wilson. Quienes estuvieron ahí hablan de que sus voces estaban en su mejor momento, tan bien afinadas que sus arreglos armónicos se complementaban a tal nivel en las cámaras de ecos del estudio que parecía que hubiera más cantantes en la sala. Son los secretos del sonido expandido que Pet Sounds parece esconder.
Ya estamos a 10 de marzo, es 1966, es de madrugada, los que están atentos miran su reloj, son pasadas de la medianoche. Estamos en el Western Recorders, y The Wrecking Crew, según Charles L. Granata en su libro, hace bromas acerca de si ya va a amanecer. Todos es están cansados, ha sido una jornada difícil, pero ya están acostumbrados. Llevan horas ensayando y aprendiendo la parte que les toca, los que estaban ahí decían que no había papel pautado y que Brian sólo tarareaba las melodías y daba indicaciones a la sección rítmica A estas horas el tema que están grabando ni siquiera tiene nombre. ¿Qué pasa por la cabeza de Brian? Sin duda cree que se encuentra a mitad de algo importante, no lo sabe, sólo lo intuye, desde hace algún tiempo siente una presencia en forma de sonidos, revelaciones constantes, epifanías sonoras, vibraciones que vienen de su cabeza y parecen tener vida propia, escucha música que viene de alguna parte, tal vez fuera de este mundo, la música quiere ser un ente físico, materializarse; piensa en sus mascotas Banana y Louie. ¿Por qué no? El nuevo disco podría llamarse "Sonidos Mascota". Está consciente de la enorme influencia que sobre él ha tenido Phil Spector y su "muro de sonido" Pet Sounds llevaría también las iniciales del nombre de su mentor. Tiene muchas ideas y se siente elegido para realizarlas; hay algo de espiritual y religioso en el fenómeno de la creatividad. Brian afirmó más tarde que durante esos días sentía una aureola en la cabeza, no nos extrañaría que se tratara de esa presencia constante y fantasmal como las predichas por los estudios de Michael Persinger y su célebre "casco de Dios". Las drogas, la creatividad y la religiosidad van de la mano. Por fin empiezan a tocar, esta vez ya tienen el armazón de lo que más tarde será una canción legendaria y una de las más hermosas del la música pop. Se trata de God Only Knows. Brian Wilson desde la cabina dirige la grabación: "Vamos, que alguien cuente...." A continuación escuchamos un piano, bajo, corno francés. Son las primeros esbozos de una canción que pondrá a prueba sus capacidades de productor. Definida como una de las canciones de música pop más bellas jamás realizadas, el tema cierra con una laberíntica sucesión de voces. Con frecuencia, en uno de esos trayectos de autobús, me detenía a escuchar con atención ese cierre de la canción tratando de entender la sucesión que hace Carl y Brian Wilson junto con Bruce Johnson para después quedarme con una sensación de perplejidad y de sorpresa por un tema que en ocasiones me provocaba escalofríos.
Las épicas adolescentes tienen una atmósfera de anhelos apremiantes y de premisas insensatas; un olor de grafito en el ambiente, tinta de bolígrafo, vainilla y las rosetas de maíz de los cines que visitamos, el olor a polietileno de nuestros cuadernos, el regusto y picor burbujeante de una bebida carbonatada, los sueños gestados en el ice cream parlor, el sabor agridulce de la goma de mascar de tutti-fruti, las epopeyas que enfrentamos para conquistar a la chica que nos gusta, nuestra primeras lágrimas por desengaños; hemos cruzado la barrera que distingue al niño del hombre, no hay marcha atrás; las mañanas frías en donde caminamos cada vez más rápido a una clase que parece no va a empezar sin nosotros, pero sabemos que la escuela es un pretexto para volver a verla, a ella; Pet Sounds es una guía festiva y no estructurada acerca del milagro de ser joven e imprudente, de los rituales de paso e iniciación, con esa ignorancia feliz de quien desconoce la dimensión del misterio de cualquier vida. Una vida a priori en la que Brian Wilson buscó estancarse al grado de tener episodios regresivos en etapas posteriores de su vida.
Secretos, muchos secretos, cantidad de secretos. |
Come close, close your eyes and be still / Don´t talk, take my hand and let me hear your heart…beat…[ Tum, tum, tum,] being here you will feel so right,… listen, listen, listen”;
Los músicos de The Wrecking Crew en sesión. Carol Kaye al frente en el bajo fender. |
El proceso que empezó a dificultarse por la exigencias del productor quien había decidido experimentar con diversos planteamientos musicales para cada una de las canciones, los ensayos se prolongaban hasta altas horas de la noche sin poder dar con la toma definitiva, poco a poco todo fue adquiriendo forma. Había nacido un mito y como todos los mitos empezó a obsesionar a muchos, principalmente a los críticos y a los conocedores. Lo que sucede en el estudio de grabación se queda ahí para siempre, para la memoria de los involucrados. Un álbum es el remanente de ese producto, vemos el resultado final, perfecto, equilibrado, límpido, sin ninguna mácula que pueda contaminarlo; en mi caso, imaginaba sus procesos y sus problemáticas. No sé si la música tenga efectos terapéuticos sobre las personas pero Brian Wilson, quien tuvo problemas mentales toda su vida y le costó mucho superarlos de forma paradójica creó una música que si bien, no es la felicidad, parece remitirnos a ella, recrearla a pinceladas de sonidos que se van acumulando por capas multicolores. Brian creó una música para habitarla en esos "cuartos", en esos refugios que los adolescentes van abandonando en la medida en que se se vuelve hombres.
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